Bestiario de H.P. Lovecraft

Antes de empezar esta reseña sobre el Bestiario de H.P. Lovecraft ilustrado por Enrique Alcatena para Libros del Zorro Rojo, vamos a aclarar qué era un bestiario: eran publicaciones medievales que tuvieron un gran auge en Inglaterra y Francia a mediados del siglo XII, aunque su origen es muy anterior, pues ya existían en la antigua Grecia. Su relevancia era no solo por lo simbólico, sino porque para la mayoría eran la única manera de conocer a los animales que habitaban el planeta, y los muchos inventados que, por la confusión y exageración de los testimonios, nos han llegado en la forma de seres mitológicos.

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La editorial Libros del Zorro Rojo lleva catorce años especializada en la edición de libros ilustrados para jóvenes y adultos y, en esta ocasión, han lanzado un ejemplar en el que se junta la obra de dos grandes creadores: por un lado, H.P. Lovecraft, uno de los pilares del género de terror y la ciencia ficción, padre de una de las mitologías más ricas y enfermizas que han salido del ingenio literario; por el otro, Enrique Alcatena, historietista e ilustrador argentino especializado en imaginería fantástica y folclórica, pero sobre todo por su paso por dos de las editoriales más longevas del mundo del cómic, DC Comics y Marvel Comics.

A lo largo de este bestiario Alcatena da forma a veintidós de las criaturas de la literatura de Lovecraft, tanto de sus novelas y relatos como de sus poemas, algunos tan conocidos como Yog-Sothoth, Dagón o Cthulhu. No es tarea fácil si nos atenemos a la descripción que se nos da en la contraportada:

“Había seres híbridos y torpes que sólo podía concebir la fantasía, modelados con habilidad diabólica, y coloreados de un modo horriblemente afín a la vida. Algunos eran las figuras de mitos bien conocidos: gorgonas, quimeras, dragones, cíclopes y todos sus congéneres estremecedores. Otros procedían de tiempos susurrados furtivamente desde leyendas subterráneas: el negro e informe Tsathoggua, el multitentacular Cthulhu, el proboscidio Chaugnar Faugn y otras blasfemias insinuadas en libros prohibidos como el Necronomicón”.

Pero Alcatena no se arredra y se basa en las descripciones que hace Lovecraft en cada relato, llenas de adjetivos imposibles y rocambolescos para describir a unas criaturas extrañas, llenas de tentáculos, formas trapezoidales o cabezas en forma de estrella. Casi siempre descritas de refilón, como no queriendo enfrentarse a esas aberraciones. Y el resultado es magistral, demostrando un talento para plasmar lo indescriptible que supera lo que nuestras mentes habían imaginado al leer esas obras.

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La encuadernación de este Bestiario es impoluta y un imán para los ojos, y es de agradecer cómo le han dado ese toque envejecido a las páginas, en las que encontramos las ilustraciones de Alcatena acompañadas de un fragmento de la obra de la que provienen, citando la obra y el año de publicación. En definitiva, todo un deleite para los amantes de Lovecraft y un buen reclamo para acercar la obra a los que aún no la conocen.

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