“Crack-Up” de Fleet Foxes

Hay bandas de música, artistas, libros, escritores, pintores, escultores, cineastas y películas que te salvan la vida, como el Tablón de madera del “Titanic” que salvó a Kate Winslet. Fleet Foxes, la banda de Robin Pecknold y Skyler Skjelset, son un universo en sí mismo. Ajenos al mundo exterior, a modas y músicas alejadas de sus coordenadas. Una banda con un lenguaje propio, con un sonido único y una personalidad demasiado hermética. Ellos entran en esta categoría, tres discos en algo más de una década es un bagaje algo corto en cuanto a números pero muy valioso en lo que a sustancia se refiere.

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El tercer largo de los de Seattle llega al fin, pero como siempre el parto no fue fácil. Un disco que llega a contrapelo, con una industria totalmente diferente a la que dejaron hace seis años atrás y más lejana si cabe de la que los vio nacer. Les bastan los seis minutos casi y medio de “I am All That I Need / Arroyo Seco / Thumbprint Scar” para satisfacer a los fans y para alejar a los curiosos. No hay término medio con ellos, o conectas con su propuesta o te aburres soberanamente.

No puedo recomendar esta banda y este disco a todo el mundo, y no es cuestión de ser exquisito o sibarita, es que hay cosas, arte sobre todo, que necesita de un proceso de aprendizaje para el espectador. No puedes pasar de ver cine de superhéroes palomiteros a Truffaut, no puedes pasar de escuchar a Los Planetas y Lori Meyers a Tom Waits o Nick Drake. Llegar a Sly Stone o a Miles Davis desde Public Enemy requiere de un esfuerzo y una dedicación que actualmente, por cómo se consume la música, es imposible.

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Pocas bandas me dan tanta paz, pocos artistas me llegan tan hondo como ellos. Canciones de una orfebrería barroca pop que harían derretir a Brian Wilson si aún tuvieran la cabeza en su sitio. Los arreglos de cuerda de “Cassius” te dejan con el alma retorcida. Cada disco de ellos es un viaje, largo y placentero por paisajes repletos de una belleza que plasman en su música como pocos en la actualidad.

La tensión de “Naids/Cassadies” es arte y magia pura. Las letras siempre ricas, sensibles, imaginativas y personales son otro punto a favor. Crescendos abruptos, melodías retorcidas e instrumentaciones complejas, una banda que retrata a otras como Arcade Fire, una de las bandas más sobrevaloradas de la actualidad. De esas bandas que son ideales para posturear y dárselas de hípster (si supieran de donde viene esta palabra…) y que te dejan señalado como un “Moderno de pueblo” o un “Cooltureta”.

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Estamos en un país de catetos pop, llaman indie a cualquier cosa, que si Sidonie, que si Izal, que si Elefantes o Second… ¡Vamos, no me jodáis más! Me duele el cuerpo cuando alguien nombra como indie a Love of lesbian, al igual que como cuando alguien viene fascinado con los nuevos episodios de “Twin Peaks” pero no ha visto “Eraserhead”, puedes alucinar con los protagonistas de “Big Bang Theory” pero a mí no me vas a convencer de que ese bodrio es mejor que “The Wire”, tampoco pretendo lo contrario, pero seamos objetivos y ese es el principal objetivo de un crítico, poner y exponer los hechos objetivamente.

Si vierais mi discografía os sorprendería pues no está repleta de bandas desconocidas holandesas de los setenta, ni de grupos desconocidos de New York. No me paso el día leyendo a Georges Perec ni solo veo películas de Ken Loach. Pero si le doy a cada cosa su valor e importancia. Me gusta Lana Del Rey pero nunca la disfrutaré más que cualquier disco de Streaming Trees, adoro cada episodio de “Como conocí a vuestra madre” pero no puedo ponerla al mismo nivel que “Dos metros bajo tierra” sin sonrojarme, disfruté con la trilogía de Nolan sobre Batman pero en la vida me llenará y significará lo mismo que la trilogía de los colores de Kieslowski.

Este álbum te eleva espiritualmente, te redime y logra que te permitas soñar con días mejores. Quizás alguno de vosotros logre eso mismo con Vetusta Morla, con Justin Bieber o con el jodido Enrique Iglesias así que a fin de cuentas, lo importante es lo que tú sientas. No pretendo sentar cátedra, pero sé diferenciar entre saciar mi sed y mi hambre en un buen restaurante o en un antro de comida rápida. Nadie en su sano juicio se alimentará toda su vida de cuartos de libra con queso con refrescos de cola y pretenderá vivir cien años.

Volvamos…”Kept Woman” enamora, “Mearcstapa” te seduce y “I Should See Memphis” te mata con infinidad de detalles, con una voluptuosidad musical cercana al “El Jardín de las Delicias”.

Entremedias destaca el primer sencillo “Third Of May / Odaigahara” un soleado corte con el que llenan tus pulmones de aire fresco. Otra joya para saborear sin prisas. Un disco que si te lo propones hará tu vida mejor, como la comida sana, el ejercicio, el buen cine y la mejor literatura. La teoría la conocemos todos y cada uno practica lo que quiere. Así que no me hagas caso…

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