Distancia siete minutos, de Titzina Teatro, se estrenó la semana pasada en Sala Russafa. Tuvimos la suerte de poder asistir, y estas fueron algunas de nuestras impresiones.
En Distancia siete minutos se desarrollan varias historias dentro de una. Una fantástica escena inicial con pizarras, tizas y linternas, contextualiza el arranque de la historia, describiendo el germen de las cuatro tramas que se despliegan bajo los focos; a la trama principal, en la que Félix, el juez, se reencuentra con su padre, se suman el día a día en el juzgado, la plaga de termitas en casa del juez, o el lanzamiento de una nave espacial a Marte. Las distintas historias se suceden y se entrelazan aportando dinamismo a la acción, atrapando la atención del espectador.
La escenografía es sencilla y efectiva. Sobre un suelo recubierto de espuma negra, como moqueta, o granito, dos mesas y un sofá de cuero definen el espacio escénico. No hay más, y sin embargo estos pocos elementos recrean con gran acierto diferentes espacios. El resto del decorado lo pone la imaginación de cada uno. Los dos actores desplazan el mobiliario entre cada escena con mucha habilidad, aprovechando los fundidos de negro que marcan el paso del tiempo, en una coreografía depurada a lo largo de la gira, muy trabajada.
El texto es abundante, inteligible, bien declamado. Diego Lorca y Pako Merino se salen, a pesar de llevar incontables representaciones (giran con esta obra desde su estreno, en agosto de 2013) no han perdido frescura ni intensidad. Son dos grandísimos actores que sudan, jadean y se desgañitan en sus papeles, haciendo de la experiencia algo auténtico y verdadero.
Diego Lorca interpreta al juez, y Pako Merino al resto de personajes, que son muchos, desde el padre hasta todos los interrogados en el juzgado, pasando por el técnico de plagas, sin caracterización alguna, únicamente con cambios de voz. Quizás la idea tuviese más fuerza si Pako no buscara distintos registros, fundamentalmente cuando interpreta a los investigados, exigiendo, eso sí, algo más de trabajo del espectador.
Los personajes son cercanos. Desde el patio, cada mirada identifica en los personajes algún aspecto propio, alguna vivencia, lo que revela el intenso trabajo de investigación de esta obra.
Las expectativas se cumplieron, asistimos sin duda a una de las mejores funciones que han pasado este año por nuestra ciudad. Hay todavía cuatro oportunidades para ver Distancia siete minutos, desde este jueves 16 hasta el domingo 19. Si puedes, ve, te encantará.
// Fotografías de Ely Romero