Miguel Noguera

No es tarea fácil intentar explicarle a alguien que no haya tenido aún noticia del fenómeno quién es Miguel Noguera y en qué consiste, exactamente, la revolución que su obra supone para los códigos del humor español. Humorista, escritor y dibujante español, en los escenarios ha popularizado un modelo de espectáculo —el ultrashow— que se desmarca del formato de monólogo cómico propiciado por El club de la comedia. Consiste en un monólogo en el que el humorista va desplegando una serie de ideas personales, frecuentemente acompañadas de proyecciones con ilustraciones propias, y donde no existe un guión cerrado, dejando un margen considerable para la improvisación.

Miguel, sabemos que tienes hordas de fans, pero hordas tímidas, no de las que acampan para comprar entradas de tu Ultrashow sino de las que se tiran horas en internet buscando todos tus vídeos, pero dinos, ¿Eres ya famoso-famoso? ¿La gente te pide autógrafos por la calle? ¿Se los das? ¿Te dicen que al natural pareces más delgado?
Qué va, y me alegro mucho de pasar desapercibido. Hay gente que me reconoce de vez en cuando, depende del barrio. En mi barrio apenas me reconoce nadie, y está muy bien. A veces piden una foto o que les firme el libro o en un papel. Es llevadero porque sucede poco. También ayuda que no salgo nunca de noche y que no cambio mis cuatro itinerarios habituales. Lo de la gordura aparente se debe a que hay muchos vídeos y fotos antiguos en Internet en los que peso catorce quilos más de los que llevo pesando hace cuatro años. En fin, todo es una ilusión, un fantasma colectivo.

Como soy “de provincias” aún no tengo muy claro algunos conceptos del moderneo, a ver si tú puedes arrojar algo de luz sobre algo que me quita el sueño ¿Existen de verdad los hypsters? ¿Pero qué es un hypster? ¿Invitarías a comer a tu casa a un hypster? ¿Por qué crees que en cada pieza escrita que hable de algo cultural tiene que salir la palabra hypster hasta el punto de que yo misma me he obligado a incluir este concepto con calzador?
Uf, ya, no sé… No soy un enterado de las corrientes estilísticas, pero entiendo que los hipsters son los que van con pantalones de pitillo, camisas de leñador, zapatos de apariencia antigua, Ray-Ban, barbas largas un poco esculpidas o labios muy rojos y pañuelos en la cabeza y consumen música indie y todo tipo de diseños posmodernos. O eso o partes de eso (supongo que hay pocos puros y muchos parciales). Pues tengo que decir que a mí no me dan mal rollo, ¿eh? En el show he visto heavys, hipsters, siniestros, pijos, hiphoperos, punks-okupas, gente «Expomobi» (estilo obrero), quillos y tipos rancios (tanto maduros como juveniles)… yo soy del último tipo: rancio juvenil: discreción informal, sosez, colores planos, tonos más bien oscuros, camiseta y vaqueros, pelo rapado a máquina, barba simple… Si pudiera llevar cada día exactamente la misma ropa insulsa sin levantar sospechas de depresión o falta de higiene, lo haría. Y creo que el hipster es de los arquetipos que más simpatía me genera siempre que no sea muy pesado con su hipstería. No un hipster obsesivo y estridente sino un hipster de perfil bajo.

La idea de que entre algunos de tus seguidores se habla de una “noguerización” muy fuerte de la forma de hablar y de expresarse ¿Te halaga, te incomoda, te da igual?
En el fondo me halaga, qué puñetas. Aunque prefiero no presenciar el fenómeno ni que se me aborde con mi propia artillería de tics. Es el retorno de la imagen que proyecto, el eco que me merezco; un eco que ni me va ni me viene, pero que es una parte importante de lo que la gente consume y disfruta de mí: el predicador histriónico, el loco vehemente, etc. ¿Crees que a Chiquito le encanta que le griten «¡pecadooor!» por la calle? Seguramente le aburra y le deje indiferente, pero no puede hacer más que agradecer el guiño y sonreír, porque es lo que se merece. El otro día, en Sevilla, unos tipos me dijeron que iban a hacer un documental sobre el Noguerismo, sobre cómo la gente usa las expresiones con sus amigos, etc. Que hagan lo que quieran, me parece muy bien; pero a mí me es ajeno, me da igual… Yo solo quiero que no me agobien, que vayan al teatro y que compren los libros. Hasta ahora lo han hecho y me alegro mucho.

Cuando estás en el escenario ¿alguna vez pasa que la gente se ríe a destiempo de algo que no pensabas en absoluto que fuera a hacer gracia? ¿Qué piensas cuando ocurre eso?
Continuamente, claro. Lo de la risa es puro contexto. La gente no solo ríe porque le parezca gracioso, sino porque el contexto les exige ese asentimiento sonoro intermitente. A poco que el tipo en el escenario emita una señal más o menos clara de «aquí hay que reírse» la gente ríe a modo de aquiescencia, de «todo va bien, te seguimos el rollo». Aparte de esto hay personas que entran en estado de hilaridad y emiten risas deslocalizadas. Se despegan de lo que digo y ríen de una abstracción, de algo inidentificable. Alcanzan la risa del bebé.

¿Qué se te pasa por la cabeza cada vez que te entrevistan y te meten dentro del mismo saco que a cómicos y humoristas? ¿Qué pasa con los periodistas? ¿Qué pasa? ¿Qué me pasa?
Es inevitable que me consideren humorista o cómico. El humor está adherido a lo que hago, el tono siempre es humorístico… Aunque en las entrevistas intento dejar claro que no me pienso como humorista, o no tengo el humor como motor o la risa como objetivo último. Yo registro determinado tipo de formas (lapsus, paradojas, tensiones formales, lirismos) y las explico al público de un modo vehemente. Y cuando lo hago echo mano de la coñita, claro; es mi forma natural de estar en escena.

Normalmente actúas en salas, teatros, etc, pero sabemos que también has catado actuar en bares ¿Qué tal la experiencia? ¿Repetirías?
Odio los putos bares. No repetiré jamás la experiencia. No, a ver, no es tan grave, pero algo de eso hay. Actuar en un bar puede estar muy bien si no está muy lleno y la gente ha venido a ver el espectáculo. Personalmente prefiero una sala de teatro, siempre. Están diseñadas para que el público se centre en ti y en lo que dices, no hay ruido, hay oscuridad (me gusta NO ver al público), en fin, la escucha es óptima. En cambio en un bar ocurre al revés, suele haber ruido, les ves el jeto a dos palmos, se toman la libertad de interactuar contigo cuando tú no has dado señales de querer hacerlo, se pierde la atención y todo se degrada. Hay gente que disfruta interactuando con el público en un entorno informal, ¿eh? Hablo de mí. Putos bares cutres…

¿A quién quieres más, a Venga Mojas o a los Pioneros del Siglo XXI?
Por favor… eso no se pregunta. ¡Quiero muchísimo más a los Venga Monjas!, pero es que no te puedes imaginar la diferencia de afecto entre unos y otros. La cantidad de afecto que constituye la diferencia, la pura resta VM-P, es ya más afecto que el que siento por mis padres, ¡por mis dos padres juntos!, y fíjate que los quiero mucho… Imagínate entonces lo que quiero a los Venga Monjas y lo debajo que están los Pioneros. Aunque quiero más a los Pioneros que a mis padres, claro, matemáticamente es así, date cuenta de eso… Eso sí, los Pioneros son infinitamente mejores que los Venga Monjas, no hay color… Toda la obra de los Venga Monjas no vale un segundo de los títulos de crédito de los Pioneros. Pioneros es Messi, Venga Monjas Stephen Hawking… digo en el plano futbolístico, ¿eh? No de intelligentsia, porque los Venga Monjas son listísimos y los Pioneros tienen como un retraso mental… No, no, solo bromeaba. No los conozco, ni a unos ni a otros.

¿Tienes gato? ¿Se llama Mochete?
Tengo dos gatos: Óscar y Bruna. La deriva del nombre Óscar a través de los años ha sido la siguiente: Oscarito Rey, Rey Óscar, Rey Bueno, Gato Bweno, Ca, Caén, Quirino, Fenganito, Cadeno, Cadenero, Cadencio y Cadencial. La del nombre Bruna: Brunera, Brera, Brina, Bri, Brunera, Brunete, Brunelleschi, Reina Mora y Cascabelera.

Últimamente comienzas los Ultrashows cantando, ¿habías cantado antes en algún grupo similar?
En un grupo no. Sí canto en un coro. Me gusta la música coral y cantar polifonías. Canté en un coro en la época de BUP y COU y lo he retomado hace un año. Me gusta mucho. Lo de empezar el Ultrashow con un canto improvisado llevo haciéndolo un par de años. Es una forma de romper el hielo muy lírica. Cantar lo que se dice, se diga lo que se diga, abre todo un campo expresivo. Es una maniobra sencilla, inmediata y rica al mismo tiempo. Me gustan los artefactos expresivos inmediatos y simples que nacen sin esfuerzo ni destreza. Podría haber cantado esta misma respuesta y en seguida surgirían pequeños efluvios expresivos, intenciones y abismos. Aunque se enfoque como una especie de farsa de la música seria, como una impostura, siempre es bonito si se hace sentimentalmente.

Te suelen preguntar también por tus referencias artísticas pero, dinos, ¿A qué personaje te gustaría oír decir que tú eres su referencia?
Buf, no sé… ¿A Cleopatra? Ahora resulta que no he entendido una mierda, ¿no?… Mmmm, ¿Elvis Presley? Salgo con iconos fallecidos casposos y además me lo tomo como una adivinanza. ¿VAN GAAL? ¿Es posible que estemos hablando del señor Van Gaal?

Te gusta el cómic, nos gusta el cómic, ¿nos recomiendas uno (o unos cuantos)?
Claro, por dios. Varios nombres: David Kupperman, muy, muy divertido. Johny Ryan, Frederic Fleury, Ollie Schrauwen… Y hay un dibujante americano, un chaval que me trae loco: Matt Lock. En España está Joan Cornellà, que se ha hecho mundialmente conocido. Alberto González (Querido Antonio), Marc Torices, Nestor F, MOLG H, Gabriel Corbera, Ibáñez…

¿Esto antes no era booblip?
No, no, antes esto era BUGLIB. Digo que Google se llamaba BUGLIB cuando nuestros abuelos eran pequeños. Ya existía el buscador, pero tenía un nombre más tradicional… ¡Por dios!, estamos ante la idea de un niño pequeño. Esto parte de unos dibujos que me envió Ana, que es profesora. No sé qué les enseñó a sus alumnos que se pusieron a dibujar cosas muy locas; una de ellas era este anciano que, delante del buscador Google, se preguntaba extrañado: «¿Esto antes no era BUGLIB?». En fin, rarezas insondables…

Entrevista by Inma Saranova    /    Ilustración by Nacho Durá

Comments

Más interesante

contenido

Entrevistas

Vamos almacenando imágenes en el subconsciente que con el tiempo afloran en nuevos puntos de vista

Por Irene Hego en Entrevistas