En un ya lejano mayo de 2011, el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (MuVIM) inauguraba “Panóptica”, una exposición retrospectiva sobre la obra gráfica de uno de los artistas más relevantes y heterogéneos del panorama nacional, Francesc Capdevila, Max, el primer artista reconocido por el Ministerio de Cultura con el Premio Nacional del Cómic en 2007.
Esta exposición tuvo tanto éxito que, desde el MuVIM y con el apoyo del Instituto Cervantes, viajó no solo a Madrid, sino que a lo largo de 2012 itineró por sus diferentes sedes en Sudamérica y, más tarde, volvió a la península, en 2014 a Barcelona bajo el título “¡Oh Panóptica Ficción!” y en 2016 a *Bilbao bajo el nombre “Panóptica 1973 – 2016”.
Con motivo de la exposición, se editó un amplio y ambicioso catálogo que publicó Editorial Kalandraka, 240 páginas divididas, al igual que la exposición, en 4 etapas cronológicas de la trayectoria de Max, empezando por la década de los 70 hasta llegar a la del 2000. Además de ejemplos variados de la obra del autor, desde cómics y bocetos, a originales inéditos, posters, portadas y libretos de cd’s, el catálogo viene acompañado por los artículos del escritor José Carlos Llop, los guionistas y críticos de cómic Jordi Costa y Santiago García, y el profesor y crítico de arte Alberto Ruiz Samaniego.
En el primer bloque, el capítulo dedicado a la Los años 70, vemos los inicios de Max en el cómic, cuando descubre el cómic underground, donde se nota la influencia de Robert Crumb. Se muestran sus colaboraciones en el fanzine El Rrollo Enmascarado (El sueño o cuando las fulanas se ponen bordes), en el álbum Picadura Selecta (Un mal rollo), el libro Purita (Magical mystery tour), el número 2 de Rock Comix (El comptador d’estrelles), el número 20 de la revista Star (Corren tiempos muy extraños, que más tarde saldría en el especial de la misma revista Star dedicada a El Rrollo), el especial A la calle de la colección Los Tebeos del Rollo (Casi me corte el pelo), en el fanzine Muérdago (Cuentos boreales) y finaliza con unos bocetos originales de Gustavo.
Precediendo este capítulo tenemos el artículo de Llop Max en el tiempo, en el que remarca cómo en esos primeros años se marca un estilo propio y “como con su carácter observador, su universo visual ‘ucrónico’, con dibujos e historias ‘alejadas del tiempo y al mismo tiempo inscritos en sus rastros’; su apego por llevar a los lectores a un ‘mundo antiguo’ -hadas, bosques, dioses- el ‘postvictorianismo lovecraftiano’, mientras otros compañeros de generación ambientaban su obra en la modernidad”.
El bloque de Los años 80 empieza con el artículo de Jordi Costa, quien define a Max como “el más disneyiano de los dibujantes underground del país: “con sus personajes, adheridos a los movimientos culturales del momento”. Explica Costa que “Gustavo nació como reacción ideológica a la temprana desideologización de la Contracultura, un ‘héroe activista’ cargado de ‘sombra y ambigüedad’, un personaje post-underground ‘capaz de ejercitar esa politizada acción directa que, en nuestros días, resultaría más controvertida, agresiva y provocadora de lo que fue entonces’. Su figura ‘crece, evoluciona y se enturbia’ en la parodia de Peter Pank en Punkilandia”, siendo dos de los iconos más reconocibles creados por Max.
Entre la obra que vemos en este bloque/capítulo tenemos casi todo el material de la revista El Víbora, como dos páginas de Gustavo (Comecocometrón), una ilustración promocional (Navidad viborera), el inicio de una historieta (El aprendiz de brujo), dos páginas de la adaptación del poema de Lewis Carroll publicado en un origen en El Víbora pero que acabaría siendo parte del álbum La muerte húmeda (de la colección Misión Imposible de Editorial Complot, Jabberwocky), una página de otra historieta publicada en El Víbora (Algo grotesco), las tres primeras páginas de El Carnaval de los ciervos, de la colección Imposible de Ediciones Arrebato, varias páginas de diferentes historias publicadas por El Víbora (Musgo y mármol, Peter Pank y El encuentro entre Disney y Lovecraft y dos páginas de El Licantropunk, que después de aparecer en El Víbora sería el segundo álbum de Peter Pank editado por La Cúpula. Sigue con las primeras cuatro páginas de El canto del gallo, un proyecto en colaboración con el grupo de música Radio Futura que apareció también en El Víbora y que daría lugar a una larga colaboración entre Max y Juan Perro, cantante de Radio Futura. Continuamos con una página mezcla de homenaje y parodia a la Editorial Bruguera que apareció en El Víbora (Punkarcito/Las Hermanas Hilda) y una página del álbum Mujeres Fatales, en colaboración con Mique Beltrán para la revista francesa L’Echo des savanesy que en nuestro país aparecería primero en la revista Complot! (Daisy-Violeta) para la editorial Complot. Finaliza el bloque con dos páginas de un proyecto inédito (Meteor).
En el tercer bloque, Los años 90, asistimos a un salto evolutivo del propio Max y vemos cómo su obra se diversifica: ya no se centra solo en el cómic, también realiza ilustración, ya sea para cartelería de diferentes organismos estatales, como el Ayuntamiento de Barcelona (Correfoc) o la Diputación de Sevilla (Ferias y fiestas), como los carteles promocionales de conciertos (Kiko Veneno y Juan Perro) o portadas de discos (Haikus para pianos). Realiza también ilustraciones para publicaciones americanas como The New Yorker Magazine (Tall Stories y Santa City) y Drawn and Quarterly (Pesadilla de una noche de verano) o cuatro páginas de una de sus obras más personales (Monólogo y alucinación del gigante blanco) editado en un principio por Ediciones de Ponent (y más tarde en catalán por Inrevés Edicions, su propia editorial), dos dibujos inéditos (Juan sin miedo y Crímenes ejemplares) o el fanzine completo Nosotros somos los muertos, autoeditado y que más tarde evolucionaría en la revista NSLM. Luego tenemos las primeras cinco páginas de El prolongado sueño del Sr. T publicadas en El Víbora , y finaliza el capítulo concuatro piezas inéditas, dos de Órficas, una de Los enigmas de Turpín y Tierra.
El cuarto bloque, Los años 2000, viene precedido por el artículo de Santiago García El ojo y la muerte, donde nos cuenta cómo Max continúa con su evolución, abandonando la seguridad de las editoriales con las que colaboraba (La Cúpula, fundamentalmente) y lanzándose a la autoedición. Abandona también sus influencias para sumergirse en su propio estilo y en temas lejanos a lo comercial y más profundos, más de su interés, como la filosofía o el surrealismo. En este capítulo encontramos obras como las primeras apariciones de Bardín el superrealista, planchas inéditas como las de El ruido y la furia, Y además es imposible o el Homenaje a Luis Buñuel, cuatro planchas de Un perro en el grabado de Durero titulado “El caballero, la muerte y el diablo” editado por Editorial Media Vaca, dos partes del inédito Tríptico del sonámbulo, seis originales de su trabajo para Babelia en el periódico El País, dos planchas para los libros de introducción a la filosofía que realiza para Tandem Ediciones, la portada de Espiasueños para La Cúpula, o varios carteles para festivales de conciertos o portadas de discos.
Para finalizar tenemos el artículo Max o, verdaderamente, una risa divina donde Ruiz de Samaniego analiza no solo la obra, sino las pulsiones Max como creador, de su necesidad de expresarse y las influencias culturales que tiene.
Al final del catálogo tenemos una selección de fotos que nos muestran el recorrido personal y profesional del autor y en, las últimas páginas, están los textos en valenciano, en inglés y en francés.
En definitiva, toda una joya para los amantes de la obra de Max en particular y de la ilustración y el cómic en general en la que podemos admirar la constante evolución de Max, desde sus inicios, influenciado por la impronta underground de Robert Crumb, pasando por sus referencias de la infancia (la Escuela Bruguera), hasta superar la ascendecia de la “línea clara” de Chaland y Ever Meulen, y abandonar el influjo experimentador de Chris Ware, dando por fin con su estilo único y reconocible. Un catálogo muy cuidado que se disfruta enormemente.