Publicar una novela

Muy pocas personas viven de escribir novelas y lo más probable es que tú no seas una de esas personas, así que, ve asumiéndolo. ¿Ya? OK.

Ahora centrémonos en el principal problema que tiene un/a autor/a cuando, después de estar dándole a la tecla un tiempo indeterminado (uno, tres meses, dos años, una vida), por fin le pone el punto y final a su primera novela. ¿Qué hacer cuando llega ese momento?

OPCIONES:

- Plantar un árbol, tener un/a hijo/a y, de una vez por todas, sentirse en consonancia con el universo.

- Montar el típico numerito de artista atormentad@, borrarlo todo y gritar por la ventana que eres un fraude.

- Intentar que una editorial te la publique.

Teniendo en cuenta que las opciones uno y dos son meras exageraciones para sacarle una sonrisa a quien esté leyendo esto, vamos con la opción número tres.

El pasado 14 de julio, Quique Olmos de NPQ Editores y Paz Navarro de Editorial Sargantana, ofrecieron una charla en el Fórum de la Fnac sobre las distintas opciones que existen a la hora de publicar una novela. Sin embargo, antes de empezar hizo dos preguntas obligatorias a las casi cincuenta personas que había allí. ¿Quién ha publicado? / ¿Quién tiene intención de publicar próximamente? Como podréis imaginar, a la segunda pregunta respondió la gran mayoría de la gente dejando patente, una vez más, lo difícil que es publicar. Y es que tod@s tenemos historias que contar, pero no todo el mundo tiene la capacidad para enganchar al público. Por suerte, hoy en día no solo existe un único puente hacia la publicación, hay vida más allá de la fórmula tradicional y, precisamente, eso fue lo más interesante de la charla: la alternativa.

Ahora podría dedicarme a explicar las cuatro opciones que se analizaron (editorial tradicional, co-edición, auto-edición y autor-editor) pero creo que es una pérdida de tiempo explicar algo que se puede encontrar en Google. Basta con que diga que las cuatro tienen sus ventajas y sus inconvenientes, radicando sus diferencias básicamente en la capacidad de decisión de los/as autores/as, el gasto económico y el nivel de difusión. Sí, ya sé que a lo mejor has pinchado en este artículo buscando información sobre cómo publicar una novela pero, lo siento, me parece mucho más interesante comentar el debate que surgió gracias a un asistente que se mantuvo en todo momento en la parte de atrás de la sala

Ni siquiera se molestó en tomar asiento, prefirió tener una visión más amplia y elevada esperando al último coletazo del turno de preguntas para reavivar el fuego de la charla. Por probabilidad, era uno de los que había levantado la mano después de la pregunta ¿Quién tiene intención de publicar próximamente? y así lo hizo saber inmediatamente. Le gustaba escribir desde niño, su sueño era ser escritor pero todavía no había conseguido ver sus historias materializadas en papel. De todas formas, seguía tecleando porque estaba convencido de que solo escribiendo, escribiendo y escribiendo se podía mejorar y al fin conseguir publicar. Y fue entonces, después de esta breve biografía con tintes cinematográficos, cuando puso en duda la conveniencia de que cualquier persona tenga la posibilidad de publicar una novela, haciendo referencia a las opciones de auto-edición y autor-editor, ya que no todo el mundo debería sentarse delante de un teclado porque podríamos acabar teniendo en las librerías una oferta literaria mediocre.

Y ahora soy yo el que lanza dos preguntas: ¿Publicar una novela debe ser un derecho o una recompensa? / ¿La primera pregunta es una pregunta retórica? La respuesta a la segunda pregunta es NO. Y la respuesta a la primera pregunta es SÍ y NO. Por supuesto que todo el mundo tiene derecho a escribir lo que le dé la gana e intentar publicarlo de la forma que sea, y a su vez, por supuesto que debe ser una recompensa.

Pero esa recompensa no hace falta que venga dada siempre por una editorial porque al final siempre va a ser la gente la que decida quién vale y quién no vale. Selección natural. Por lo tanto, creo que nuestro héroe anónimo de la parte de atrás de la sala iba bien encaminado, pero se quedó a medio camino. Su error es que olvidó al verdadero juez de este asunto: el público. Sin embargo, no fue el único que cometió un error, ya que las editoriales digitales fueron las grandes ausentes de la charla y si un servidor no hubiese, tras mucho esfuerzo (algún día os hablaré de lo mucho que me cuesta preguntar en público), hecho la pregunta pertinente, nada se habría dicho sobre ellas.

¿Acaso las editoriales digitales no podrían ser la quinta opción? Soy consciente de que es un barco que todavía no navega en alta mar, pero nada en la mayor arma de difusión que existe: internet. Ya que la gran mayoría no vamos a poder vivir de escribir, por lo menos que nuestras historias lleguen a la mayor cantidad de gente posible. Nunca se sabe, a lo mejor un día nos llevamos una sorpresa.

Al principio de la charla, Quique Olmos dijo: que un libro sea bueno no significa que se vaya a vender. Yo añadiría, y al contrario. Ahí tenemos el ejemplo del libro de Belén Esteban, uno de los libros más vendidos en los últimos años. Quizás, que una novela se publique o no, se venda o se quede en las estanterías de las librerías, o incluso que la calidad de la oferta literaria que se nos ofrece sea dudosa, no solo depende de las editoriales, sino de todo@s nosotr@s.

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