Tomás (Tom) Martín es un diseñador gráfico de 24 años nacido, criado y con sede en Valencia. Se graduó en Diseño Gráfico en la Escuela Superior de Arte y Diseño de Valencia (EASD Valencia) en 2014. Durante su segundo año de carrera se unió al estudio de Lavernia y Cienfuegos para realizar unas prácticas, tras pasar los 3 meses correspondientes fue contratado. Ha estado en L&C desde entonces y al graduarse se incorporó en el equipo como diseñador gráfico. Entre sus trabajos podemos encontrar desde identidades corporativas, hasta publicaciones de autoedición, pasando por carteles y diseño de packaging. Le interesan las técnicas empleadas en la era pre-informática, concretamente en la década de los 60/70, y se inspira en lo castizo, es seguramente por eso que sus trabajos conservan ese alma que perdura con la evolución y aprendizaje del autor. A nosotros nos encantó su trabajo y quisimos saber más, así que nos pusimos al lío y le hicimos unas preguntas.
¿Cuando te comenzó a interesar el diseño gráfico?
Muchas veces me he planteado yo mismo esta pregunta y de yo ser consciente de ello no sabría decirte una fecha en concreto, pero si te soy sincero creo que desde muy pequeño he estado predestinado para ser diseñador gráfico. No podría dedicarme a otra cosa. Bueno, por su puesto que podría dedicarme a cualquier otro oficio ya que soy una persona a la que no se le caen los anillos por nada, y llegas a esa conclusión cuando para ti no supone un esfuerzo ir a trabajar.
Recuerdo que desde muy pequeño, en el colegio o posteriormente en el instituto siempre tenía cierta obsesión por tener todos los apuntes aseados, buena letra, títulos de temario bien currados y a los exámenes siempre iba con una mini regla de metal, goma y lápiz para que el interlineado de las respuestas no se me pasase un pelo. Sí que es cierto que siempre he sabido que tenía que dedicarme a algo relacionado con el arte, he dibujado desde muy pequeño. Mis padres, que siempre me han apoyado en esta vena artística, me apuntaron a una academia de arte y mi abuelo me llevaba a concursos de dibujo. Aunque parezca mentira hice el bachiller de letras puras, porque aún con 17 años no tenía ni idea de qué iba a ser de mi. En la época previa a la prueba de acceso a la universidad la orientadora del instituto me habló de la EASD, lo que me abrió bastante los ojos. Aun así hice la prueba de acceso a la universidad y de hecho me inscribí en bellas artes e historia del arte. Semanas después hice la prueba de acceso para la EASD y los resultados fueron tan buenos que no me lo pensé dos veces.
¿Qué tal tu paso por la EASD como estudiante? ¿Qué consejos darías a alguien ha decidido comenzar a estudiar allí?
Pues la verdad es que no tengo ninguna queja, los 4 años de carrera se me han pasado volando. Siempre hay algún profesor que se te cruza un poco pero bueno, el resto de cosas positivas lo compensa. En mi caso, tengo mucho que agradecer a los profesores que tuve ya que ninguno me puso trabas a la hora de afrontar los proyectos que teníamos que hacer, siempre he sido muy experimental y ellos me han dejado carta blanca total. Gracias a eso sigo orgulloso de los proyectos que hice durante la carrera y puedo utilizarlos en mi portfolio personal sin avergonzarme de ellos.
Creo que esto se dio porque ellos mismo vieron que lo que hacía me apasionaba de verdad, disfrutaba con ello. En estas carreras es muy importante ser autodidacta, seguir trabajando en casa y nutrir tu cultura visual. Si no es así, al final acabas la carrera sin pena ni gloria y es entonces cuando vienen las frustraciones, por eso mi consejo sería que antes de meterte en una carrera de diseño te plantees si de verdad es lo que quieres y si crees que vales para ello, ya que es un mundo en el que hay mucha competencia y cada día más.
Otro consejo (y algo fundamental en este oficio) es la importancia de la cultura visual, mucha gente nace con ese don de saber cuando algo es estéticamente bueno o malo y en un plis plas te hace un logo o cualquier composición. Pero si no es el caso, internet tiene un abanico amplísimo de páginas donde encontrar inspiración y referentes, es una forma muy buena de adquirir cultura visual y conocer las últimas tendencias en el diseño.
Se acaba de celebrar hace dos semanas Tenderete, un mercadillo de autoedición gráfica y sonora, y de tu trabajo como estudiante en la EASD destacan los proyectos editoriales, algunos con un toque de ingenio, como Uglystocrazy, otros más reflexivos como Diseño editorial en la década de los setenta, pero todos con una personalidad marcada. ¿Has pensado alguna vez en la autoedición?
Pensarlo si que lo he pensado, de hecho cuando terminé el proyecto de Uglystocrazy lo llevé a la librería Dadá del MuVim y se mostraron muy interesados en venderla allí pero el problema es que soy muy perfeccionista y exigente con lo que hago y me cuesta mucho dar por acabado un proyecto. Así estoy, que llevo una eternidad para terminar mi web…
¿Qué publicación es sin duda un referente para tí?
Difícil… Pues la verdad es que me cuesta mucho ser fan fan de algo en cualquier ámbito y veo tantas cosas que me gustan a nivel editorial que no podría decirte una en concreto. Para mojarme un poco te diré que a nivel nacional sí que llevo comprando la revista Apartamento desde que salió y la reciente revista Vein me gusta mucho también, creo que rompe mucho con el estereotipo de revista de moda que estamos acostumbrados a ver. También hay muchas publicaciones de autoedición fantásticas pero más difíciles de recordar su nombre, hace unas semanas fui a una expo en la galería Luis Adelantado donde el colectivo Aplec de disseny mostraba sus proyectos y muchos de ellos me parecieron grandes referentes.
¿Cómo definirías tu estilo?
Diría que es un estilo en el que predomina el cuidado por el detalle, soy de los que apuestan por lo estético antes que por el minimalismo funcional, siempre y cuando el cliente te lo permita. Por ejemplo en los proyectos que hago por amor al arte puedo seguir esta pauta, pero en muchas ocasiones este hecho se ve limitado. Es por ello que la rama que más me atrae dentro del diseño gráfico es la editorial porque creo que es en la que más se puede explayar uno. A través del papel, tipografía y tratamiento de las imágenes se pueden transmitir muchas sensaciones, recuerdos, etc… En cambio, en el ámbito audioviual soy totalmente nulo, soy muy de la vieja escuela, me gusta oler y tocar lo que diseño.
Y a nivel general, ¿qué tipo de cosas te inspiran?
Desde que empecé la carrera siempre estuve indagando en las diferentes etapas que ha sufrido el diseño gráfico y descubrí el Ugly Design, una corriente prácticamente nueva que defendía que lo feo o el error también puede transmitir sensaciones positivas. Hace un año ojeando la biblioteca del estudio donde trabajo descubrí una publicación de los años 70 que me interesó mucho. Empecé a investigar sobre el diseño editorial de esa década y me apasionó tanto que hasta mi proyecto final de carrera lo dediqué a una investigación sobre ello. Me sorprendió mucho la metodología de trabajo y técnicas de impresión que se utilizaban por aquel entonces. Al ser todo más manual el resultado siempre deja pequeños detalles que hoy en día con todos los avances tecnológicos que tenemos no dejan. Muchas veces lo cuadriculado y perfecto dota al producto de gran frialdad. Actualmente me interesa también mucho el tema castizo, los típicos rótulos de bar de la época del modernismo, los memphis, la típica rotulación de menú sobre el cristal de un bar, la impresión con risografía, el diseño holandés… Trato de inspirarme en estas cosas, el resultado al final es un mix, depende del proyecto, claro.
Trabajas desde 2012 en el estudio de Lavernia&Cienfuegos. Casi cuatro años más tarde ¿cual dirías que ha sido tu evolución al paso por allí?
En el estudio de Lavernia y Cienfuegos empecé cuando tenía 20 años, acababa de empezar el segundo cuatrimestre de segundo cuando el subdirector de la escuela me llamó a su oficina para ofrecerme las prácticas en Lavernia y Cienfuegos, no me lo podría creer. Siempre digo que para mi el estudio ha supuesto una segunda carrera. En la escuela es como que te ayudan a abrir fronteras a tu creatividad y te dota de conocimientos culturales pero hay poco de enseñanza técnica. Toda la técnica la he aprendido en el estudio, también a equilibrar ese chip que tenía puesto cuando llegué de la escuela de: ‘’estético, estético, estético’’. Cuando sales al mundo real los clientes te limitan mucho, pero eso también ayuda a desarrollar la creatividad de uno. Trabajar en un estudio de tal renombre con gente más adulta y con muchísima más experiencia que yo no solo me ha ayudado a madurar como diseñador, si no también como persona.
¿Que consejo le darías a alguien que va a empezar a hacer unas practicas en un estudio de diseño?
De algún modo u otro tienes que hacer que se den cuenta de que estás ahí y de que vales. Mucha gente pasa por los estudios como quien oye llover y es porque no muestran interés, entonces eso no ayuda a que tus compañeros les nazca el ofrecerte alto que hacer. Que no les de vergüenza decir: ‘Puedo ayudarte en algo?’’ y de ese algo hacer mil opciones. Proponer ideas nuevas. En resumidas cuentas, que vean que se lo curra…
Del estudio sabemos que es una preciosa casita ubicada en el interior de un señorial edificio en la calle Félix Pizcueta y que de allí salen proyectos a la altura de grandes clientes como Zara, Amstel, Vegamar o Etnia, ¿pero cómo se gestan dentro? ¿Cómo es un día normal allí?
La verdad es que el lugar de trabajo es excepcional. El proceso que conlleva un proyecto empieza por las gestiones del cliente con los jefes, nos envían un briefing al que le sigue una reunión en la que se extraen conceptos y conclusiones y se empieza a diseñar, al final se supervisa con los jefes y se envía al cliente, el cual después nos ofrece un feedback y se pasa a realizar los artes finales. Te contaré pues cómo es un lunes cualquiera. Llegamos al estudio y hacemos la reunión semanal en la que se hace un repaso de todos los clientes y los proyectos que realizamos para cada uno de ellos. Es un buen modo de saber qué se está cociendo dentro y estar al tanto de lo que hace cada uno. En el estudio hay muy buen rollo tanto dentro como fuera de él, y eso es muy importante porque solemos trabajar en equipo; uno hace el plano, otro el render, otro la etiqueta, otro la foto… A las 11 hacemos un pequeño almuerzo, volvemos a la mesa y a las 2 hacemos otra partida para comer. Volvemos a la mesa y así hasta la hora de salida… Entre medias algunos paseos al baño, risas e historias para desconectar claro…
Fuera de tu horario laboral ¿Cual es tu día perfecto en Valencia?
Pues sintiéndolo mucho por el señor invierno, odio el frío y lo gris, mi día perfecto lo voy a situar en Agosto que es cuando tenemos jornada intensiva. Cuando salgo al mediodía y están mis amigos esperándome con el coche para ir a pasar el día a la playa, a lo que le sigue una cena y después de una ducha, aun con las mejillas rojas del sol, nos vamos de copichuleas y luego de fiesta.
¿Y qué echas de menos en la ciudad?
A los que se fueron.