Hace tiempo que seguimos de cerca los pasos de Lebrel. El año pasado publicamos un artículo titulado “la artesanía no ha vuelto” (porque nunca se fue). En él hablamos de los jóvenes artesanos valencianos, entre los que se incluye con letras grandes y neones el nombre de Lebrel.
Siempre que se habla de Fernando Abellanas se hace especial hincapié en que es fontanero de profesión y diseñador por vocación. Después de conversar con él sabemos que, por encima de cualquier etiqueta, lo que mejor le define es la palabra creativo. Su afán por llevar a cabo cualquier cosa que se le ocurra, desde una silla a una mesa flotante, y además hacerlo bien, le corona como una de las mentes más activas, inquietas y brillantes que rondan por estos lares. Y para muestra un botón. Su última locura creación es una cabaña urbana.
“He aprovechado las vigas de la estructura inferior de un puente como carril para desplazar una base que al finalizar su recorrido enlaza con el mobiliario que la convierte en un espacio útil y acogedor. De ésta manera, la acción del desplazamiento crea un diálogo acerca del aislamiento y de la protección ( alcanza una altura de 5 metros), de la unión que llega a formarse entre la estructura móvil y el mobiliario, la casa y el hogar, el cuerpo y el alma. Todo ello en un entorno donde conviven vegetación, hormigón, el sonido a lo lejos del ajetreo de la ciudad y el placer de sentirse tan cercano y tan ajeno a la vez”.
¿De dónde surge la idea de hacer una “cabaña” debajo de un puente?
Forma parte de una serie de proyectos personales que llevo desarrollando desde hace mucho tiempo, y que consiste en buscar diferentes espacios en la ciudad que de alguna manera me atraen. Lo que tienen en común estos lugares es que pertenecen a la ciudad pero se han quedado abandonados, en desuso o que por su tamaño, arquitectura y ubicación nunca han tenido utilidad. Yo les veo ese punto de escondite, y estos espacios me remiten a mi infancia, en la que recuerdo como estos lugares me atraían y los utilizaba como refugio para esconderme.
Cabañas, carros que recorren vías de tren, una mesa de picnic flotando en medio de un pantano… Miro lo que haces y no puedo evitar pensar que eres un niño que se busca (y construye) cualquier excusa para salir a jugar a la calle.
Al final todo esto es un juego, incluso lo de los muebles, nunca me he tomado todo esto como trabajo, lo hago por pura diversión, por motivación personal.
Estoy en un punto en el que mi objetivo es tener todos los medios para poder llevar a cabo mis proyectos personales, lo que se me va ocurriendo en cada momento.
Para una persona creativa es muy frustrante tener ideas y no tener los medios necesarios para realizarlas. Yo trabajo mucho en probar diferentes técnicas y poder tener las herramientas y realizar lo que se me ocurre.
Durante años he trabajado (y trabajo) de fontanero, esto me ha permitido ir adquiriendo herramientas y destreza, de tal manera que ahora si en el desayuno boceto una silla sobre papel, a la hora de comer puedo tener el prototipo fabricado.
Cuantos más medios tienes y más proyectos llevas a cabo, tu capacidad para resolver problemas crece exponencialmente y por lo tanto todo fluye más rápido.
¿Tienes necesidad de hacer las cosas con premura?
Funciono mucho por impulsos, intento aprovechar la energía, la inercia del impulso. Cuando los proyectos se alargan en el tiempo me acaban aburriendo. El tiempo es muy importante para mí, tiene mucho valor. No quiero que se pase la vida y que se me queden en el tintero proyectos por hacer. Tengo una lista importante que cada día se amplía.
¿Y el estrés qué tal?
Realmente hay una parte del estrés que me motiva. De hecho las temporadas más creativas suelen coincidir con los picos de estrés. Hay temporadas que estoy tranquilo y que no produzco nada. Cuando voy a saco dibujo hasta cuando paro en un semáforo.
Teniendo en cuenta que de ti parte la idea, le das forma y además la ejecutas ¿Qué parte del proceso disfrutas más y cuál es la que menos te gusta?
En realidad disfruto todo el proceso, la del dibujo es un momento en el que surgen infinitas posibilidades, luego en el taller es cuando realmente vas solucionando problemas, vas dándole forma y los fallos los vas solucionando sobre la marcha.
Y con la cabaña fue rápido
Sí, en este caso las ideas de las cabañas vienen de lejos. Lo más importante para mí es descubrir el espacio, que es lo que me inspira. Este lugar en concreto reunía muchos requisitos, el sitio donde está ubicado, la vegetación… Eso fue lo que me animó y a las 2 semanas estaba hecha.
De tus trabajos se desprende un marcado gusto por el diseño escandinavo, incluso las cabañas son más típicas de los países del norte de Europa que de aquí.
En cuanto a lo del diseño, a lo mejor se puede parecer porque coincidimos en cuanto a darle mucho valor a los materiales y en las formas, quizás porque me baso en referentes de los años 60 y 70. Mis diseños, sin embargo, no son tan orgánicos como los del diseño escandinavo.
Con respecto a las cabañas, en mi caso la idea no es una cabaña en el bosque, lo que en realidad busco en un refugio, que no necesariamente tiene que estar es un lugar idílico, puede estar dentro de un basurero, el concepto en este caso está más cercano a la idea de “esconderte en la ciudad”.
¿Por qué esa necesidad de esconderte?
Es como volver a la infancia y apelar a aquella necesidad que hemos tenido todos de refugiarnos incluso en nuestra propia casa. El ejemplo que pongo siempre es cuando había alguna fiesta familiar y te escondías debajo de una mesa o en un armario y el hecho de estar escuchando todo ese barullo a lo lejos, aun estando allí, te proporcionaba un momento de paz. La idea es poner en relación esa sensación pero con la ciudad.
Una de las cosas que me atrae mucho de las cabañas viene a raíz de estudiar la forma de vida de los vagabundos. Normalmente vivir en la calle está asociado a problemas psicológicos y no se paran a pensar cuál es el mejor lugar para vivir, realmente si se paran a pensar en la ciudad hay un montón de espacios en los que se podría vivir, hasta con calefacción.
Lebrel comenzó como una marca de muebles y ahora, cuando has sacado a la luz estos proyectos personales, ha tomado otro cariz.
Al principio por dejarme llevar por lo que hacían los estudios de diseño a mi alrededor no tenía claro si enseñarlo. Con el tiempo de mi cuenta que un diseñador, un arquitecto, un artista, no se puede quedar en los proyectos profesionales, para cualquier persona creativa su profesión es su estilo de vida.
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