Si buscas la definición en internet de osteria deja claro que es un lugar típico italiano, con carácter familiar, donde sirven vino y comida casera. Si buscas una osteria en Valencia la definición es La Pentola. A tres segundos, literalmente, de la parada de tranvía de Vicente Zaragozá llegas al chaflán de un edificio con una terraza presidida por dos árboles, un lugar que invita a sentarse por lo tranquilo que resulta.
Una vez dentro, el espacio es muy agradable: unas mesas de madera, un zócalo de baldosa hidráulica con mucho carácter y unas lámparas de pared de luz cálida, montadas sobre una estructura móvil de tubo de cobre decoran un ambiente tranquilo, sosegado y con mucha luz natural.
La pasta fresca es su seña de identidad y te das cuenta nada más atravesar la puerta porque al otro lado de la barra ves a Luca afanado preparándola, como hace cada día. Por todos es sabido que los italianos nacen con un master en comida italiana bajo el brazo, pues bien, en La Pentola salieron con el doctorado, y tenemos pruebas…
Empezamos por un aperitivo clásico y dos bebidas espumosas muy refrescantes: para picar unas Aceitunas a la ascolana, rellenas de carne braseada, y rebozadas con un poco de pan rallado, tostadas en su punto, acompañadas con una salsa de mostaza antigua y miel. Se toman templadas. Es algo que sorprende por lo sencillo (aunque seguro que la preparación requiere su tiempo, como todo lo que aquí elaboran) y resultón. Realmente buenas. Y para beber un Prosecco blanco y un Spriz, que es un cóctel con Aperol, prosecco afrutado y soda, con una rodajita de naranja. Muy refrescante, entra solo.
Mientras tomábamos el aperitivo nos sacaron unos montaditos llamados Panontos, preparados con una buena rebanada de un pan de pueblo rústico, muy ligero, con su toque de harina. Son unas hogazas especiales que les suministra cada día un horno cercano. Las rebanadas son gruesas pero la miga es tan ligera que parece que estés tomando una tostada, por lo crujiente de la corteza. Pues bien, los panontos fueron una nueva sorpresa. El primero que probamos fue el Panonto del Domingo que llevaba gorgonzola y cebolla caramelizada (combinación siempre efectiva) con una mortadela italiana (los productos italianos son todos de importación, nada de imitaciones). Deliciosa. El segundo, el Panonto del Monte, fue mi preferido, con un base de queso Caciocavallo y tomate, una crema de boletus y un speck súper aromático, recién cortado.
Como queríamos probar alguno de los platos del menú diario, que venden por 8,50€ (las mesas se llenan sin que se den cuenta) pedimos una Pasta chitarre, que es como un papardelle pero menos ancho, con tomate cherry y albahaca. Sencillo, fresco, casero y saludable. Un plato perfecto para mediodía. Me encanta la simplicidad de la presentación, con sus hojas de albahaca fresca y sus tomates cherry brillantes coronando una buena cantidad de pasta… se nota la mano del cocinero. Está claro que la gente que toma el menú se queda más que satisfecha.
Y por fin llegó uno de los platos estrella de la carta de La Pentola: los Ravioli rellenos de jabalí tierno y salsa de vino tinto. Es un plato perfecto para compartir si quieres probar varias cosas. El ravioli está relleno de verdad, no contiene únicamente trazas de algo que anuncian en la carta, como ocurre en otros lugares. Cuando te comes uno de sus ravioli lo primero que notas es la frescura de la pasta, bien cocida y con una textura suave. Inmediatamente después el relleno de jabalí, verdaderamente tierno y jugoso (los italianos son expertos en ragú y en este sitio se nota). Al final llega el sabor de la salsa de vino, que da un aroma y un color muy especial a este plato. Realmente bueno. Si vas pídelo porque te convencerá.
En el momento del postre nuestras fuerzas comenzaban a flaquear pero en cuanto nos contaron lo que tenían preparado nos entusiasmamos. Un Tiramisú casero, una Tarta de requesón y chocolate blanco elaborada esa misma mañana (que lucía imponente en una tartera sobre la barra) y un postre de fruta fresca (lo que hay cada temporada), que es lo que pedimos. Así que terminamos esta comilona con unos Fresones recubiertos de una crema de yogur con mascarpone, ligeramente tostada por arriba. Con qué pocos ingredientes son capaces de elaborar recetas tan buenas. Muy fresco y ligero. Pensábamos que sería demasiado y lo devoramos en unas pocas cucharadas.
Una experiencia para repetir, y en La Pentola ya están amenazados… ¡volveremos!