La historia va de Tessen y Delika, un inglés despistado y una alemana pizpireta.
A él le gustaban las cosas sencillas, ella era más sofisticada. A él le gustaba la madera natural, a ella los lacados de colores chillones. A él el arroz al horno, a ella el mi-cuit de foie. A él la cerveza, a ella el vino. Así pues, todo parecía presagiar que la cita sería un completo desastre. Pero el azar, el destino o la casualidad hizo que acabaran en un pequeño restaurante que respira miscelánea por los cuatro costados, al igual que el ecléctico barrio que lo acoge. Esa mezcla se expresa tanto en el continente como en el contenido, en la escenificación y en el discurso culinario.
Porque el Pata Negra puede ser lo que quieras que sea, romántico, informal, caro, barato, sencillo, sofisticado. El lugar ideal para empezar una bonita historia de amor, sino que se lo cuenten a Delika y Tessen.
