Diciembre de 2016, siglo XXI y parece que seguimos como hace 50 años, rindiendo pleitesía a sus Satánicas Majestades. Puede parecer fanatismo, pereza o simplemente un anacronismo, pero está justificado. En algún momento de sus vidas Mick y Keith anduvieron hasta un cruce de caminos o quizás el mismo cruce de caminos que su adorado Robert Johnson, y pactaron con el maligno. Robert murió joven, Jagger y Richards llevan camino de enterrarnos a todos.
Quizás como pago por aquel pacto facturan Blue & Lonesome, un disco de blues en plena era tecnológica, quizás solo querían divertirse, o darnos un ¡Zasca! en todos los morros. Keith siempre ha comentado que el rock es blues mal tocado, por lo que su adoración por el género está lejos de toda duda. Por su parte Mick, el más moderno de todos, no puede ocultar su primer amor, el blues, y así de paso desempolva su armónica. Charlie, el gentleman de la banda, ama el jazz por lo que tocar blues le divierte más que tocar rock, cosa que ha afirmado en más de una ocasión. Ron es otro amante del blues y de la juerga así que anda como loco por acercarse a estos clásicos.
Una de las cosas que más sorprende del disco Blue & Lonesome es su sonido, robusto, musculoso y estratosférico. Una producción excelente, pulcra, pero lo suficientemente sucia para que no se desvirtúe el contenido. Parece como si los Stones no fueran unos abuelos, suenan como una panda de jóvenes embriagados por los efluvios del Delta, atrapados en los aromas de Chicago o totalmente enamorados de Texas.
“Just A Fool” se abre como un tiro, con la banda cabalgando y sobre ella la armónica de Jagger martilleando tu cerebro. La chulería de Mick está aquí justificada. Los guitarras tejen una tela de araña fantástica sin fisuras y Watts trota como un salvaje. Este tema de Buddy Johnson de 1953 sigue vigente, aunque los Rolling se acerquen a él a través de Little Walter.
Con “Commit A Crime” rebajan pulsaciones pero no intensidad, Ron está fenomenal arañando protagonismo a todos con sus gotas de talento. Un tema con un crescendo brutal. Howlin’ Wolf estaría orgulloso.
El tema que da título al disco es uno de esos blues arrastrados, fanganosos que tanto disfrutan los guitarristas para poder explayarse a gusto, aunque Mick con su genial interpretación pugne en cada sílaba por llevarse el gato al agua, duelo a tres bandas. Memphis Slim fue su creador y Mick logra ponerle todo el dramatismo posible, amen de su flema británica.
“All Of Your Love” de Chicago Magic Sam es dura, un dolorido blues desgarrado que partiendo del desamor llena de tristeza todo a su alrededor, Jagger sigue brillando y el resto a su altura. Quien no disfrute del blues quizás ya se haya batido en retirada, los Stones tocan para ellos mismos y te permiten escucharles disfrutar con los instrumentos entre sus manos. El maestro de la armónica Little Walter está muy presente en todo el disco, y provoca que Jagger tenga que exprimirse los pulmones en este acelerado corte. Uno de los momentos más frescos, desinhibidos y divertidos del álbum.
“Everybody Knows About My Good Thing” grabada por Little Johnny Taylor en 1971 ya fue tocada y registrada por Mick junto a los The Red Devils con Rick Rubin a los controles, en este corte aparece Eric Clapton y su guitarra mantiene el mojo.
En “Ride’ em On Down” vuelven a recuperar un tema de sus inicios cuando sólo eran cinco chicos flacuchos y blancos que tocaban blues mientras los Beatles hacia pop para adolescentes púberes. Con los años este corte de Bukka White ha ganado sentimiento, son más viejos pero a la vez más sabios. Les viene como anillo al dedo. Desamor, como duele el jodido amor… Little Walter de nuevo y todos enchufados en un segundo e incendiario single.
“Hate To See You Go” suena añeja, y se saborea como un buen whiskey, despacio.
“Hoo Doo Blues” es uno de los cortes más oscuros del repertorio de este disco, un corte casi desconocido que Lightnin’ Hopkins grabó y que en manos de los británicos mantiene esa crudeza inicial y eso es muy difícil de lograr. Otro tanto para ellos.
Atacan con sabiduría “Little Rain” de Jimmy Reed, un melancólico corte, con un marcado ritmo adornado por una armónica preciosista.
Vuelven a sus inicios para honrar la memoria de Willie Dixon y a su vez del productor y dueño de los Chess Records, con “Just Like I Treat You” vuelven a dar en la diana, divertida como pocas.
Cierran con el mayor reto del disco y del que muchos podrían haber salido escaldados y ellos salen con la frente alta. “I Can’t Quit You Baby” el clásico de Willie Dixon que Led Zeppelin incluyeron en su debut en 1969 es un reto doble, la voz de Robert Plant está muy alejada de la de Mick y todos los amantes del rock tenemos la versión de Led Zepp grabada a fuego en la memoria. Tiran de Eric Clapton en este tema por segunda vez para intentar derribar el mito de Bonham, Jones, Page y Plant. Al final lo dejamos en un empate técnico casi por compasión, la sombra del zepelín es muy alargada, incluso para los Stones.
Resumiendo esto es blues, una de las músicas más honestas del mundo, uno de los estilos más preciosos y preciosistas, como el jazz. Los Rolling Stones se marcan un discazo enorme, a la altura del mito. Un pobre servidor jamás fue más feliz que viendo a los protagonistas de este artículo en directo en el lejano verano de 1995. No hay vida sin ellos… Uno de mis primeros amores musicales y ciertamente siempre presentes. Espero que sigan vivos muchos más años casi, casi sólo nos quedan ellos. Esperemos que el contrato que firmaron con el diablo expire dentro de muchos años.